Vengo de León y oigo en la radio innúmeras opiniones sobre el asunto. Todas ellas en la misma dirección: ¿quién no entiende el dolor, la impotencia y la rabia de las víctimas? Nadie que no haya pasado por ello tiene la suficiente autoridad moral para pronunciarse sobre este asunto de una manera distinta. Y yo, afortunadamente, por decirlo así, tampoco. Al daño infringido por los asesinatos se suma el odio sembrado por los asesinos. Ese odio nos hace sus rehenes y esa es la baza a la que juegan. Deberíamos escapar de ese juego para siempre.
Europa queda lejos de los europeos. Las instituciones son distantes, sus dirigentes son burócratas lejanos que analizan y deciden técnicamente de manera impecable, pero la lejanía sobre el lugar de los hechos les hace ignorar la atmósfera de la vivencia de los problemas sobre los que deciden. Ha pasado lo mismo con las decisiones económicas y ahora con la doctrina Parot. Hay algo incoherente y polifónicamente desarmónico en Europa. Europa y la Unión Europa no son la misma cosa. Pero si pienso en Mozart, Falla y Vivaldi, o en Moliere, Shakespeare y Cervantes, o en Picasso, Velázquez, Rembrandt y Leonardo, o en Kant, Sartre y Ortega y Gasset (por poner un filósofo español, por ejemplo) ahí sí que veo claro el tejido conectivo que a todos los integra. De momento Europa es más su cultura que el reflejo de sus instituciones políticas. Por eso nos espían los americanos: para imponer su modelo de mercado, necesitan desactivar esa potencia que es la cultura. Divide y vencerás. La pena es que los burócratas descafeinados todavía no se hayan dado cuenta del asunto.
Dicen que Simone Weil, prisionera de un campo de concentración con los nazis, le dijo a una compañera suya:
-Tendremos que hacer algo con esta gente. Terminará la guerra y de alguna manera habrá que reintegrarles a la vida.
La compañera creía, naturalmente, que se refería a la víctima de una brutal paliza por parte de los nazis asesinos, pero no… se refería a los verdugos. En fin, no sé qué tiene que ver esto con la doctrina Parot.
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