El despertar

Termino el Evangelio de San Juan en el Teatro Cofidis. Ahora ya no es Alcázar Cofidis, sino sólo Cofidis. Bienvenido sea el nuevo nombre: lo que Montoro nos quita, Cofidis nos lo da…. no preguntemos a que precio…

El Evangelio es una ofrenda: el humor como camino para llegar a «algo más». Nos sentimos satisfechos y ahora de nuevo en la ruta con Mujeres de Shakespeare.
Estoy viendo a Punset en televisión y me parece un milagro. Me parezco a él. Él es más viejo, claro, pero aparte de eso, si me alejo y lo veo de soslayo, me veo yo, casi me veo…

El milagro es que Punset ha interesado al ‘gran público’ por temas científicos, supuestamente científicos, pero sobre todo relacionados con la apertura de las mentes a un nuevo paradigma, en todos los órdenes, y sobre todo en psicología… Esto es la divulgación y esto es maravilloso: intuición, inteligencia emocional, conciencia global, conciencia holística, redes sociales y una visión de las relaciones entre las personas, las mentes y las cosas… Pero este conocimiento o visión del mundo es ya algo viejo. Aparece en el Evangelio de San Juan, en la Hermética, en los Vedas, etc.

Yogananda vino a Occidente en los años 20 a enseñar la meditación. Él decía que el mundo que percibimos no es más que una ilusión, un sueño, una ficción… que la realidad está más allá de nuestra conciencia onírica de este mundo que nos produce una satisfacción y un dolor onírico. El despertar sería la apertura de la conciencia a la dimensión espiritual de la existencia.

Jorge Semprún escritor y político, ministro con Felipe González de cultura, superviviente de un campo de concentración con los nazis, marxista, dijo al final de su vida: «Yo creía que el mundo estaba ahí para que intentáramos cambiarlo. Ahora se que esta ahí para cambiarnos a nosotros…»

En estos pensamientos ando perdido por una sola  frase de Punset. Me quede colgado en el globo, pero mi mujer me despierta:

– Sécale el pelo a tu hijo que sale de la ducha.

Cojo el secador y me pongo con los pelos de mi pequeño y ahora todo el mundo y la conciencia de todo el mundo esta entre las yemas de mis dedos, el aire seco que sopla y los rizos de mi chico. Siento amor, satisfacción, ternura y calma… Gracias  Punset.  Te debo este momento. Pero ahora viene el otro hijo que tengo también con el pelo mojado de la ducha, también le secó su pelo. Éste lo tiene liso. Me despierto ya del todo y ahora entiendo en su justa medida la frase de Semprún. Eran necesarias dos experiencias para saber que  el tercer punto es el horizonte que no se alcanza. Quizás mi mujer sabe ya todo esto, sin darle tantas vueltas al asunto, sólo bañando a los chicos cada día… Menos mal que además de Punset y Semprún, está ella… Gracias….

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