Vuelvo del bosque. Ahora hace calor pero no hace viento. Verano, ahora treinta y cinco grados, por fin. Ensayamos ‘El Asno de Oro’. Se acerca el estreno en Mérida. Hay confianza. Disfrutamos del trabajo en contexto con esta naturaleza prodigiosa del Valle de la Vera, en Extremadura. Os esperamos.
Los músicos son grandes y todavía mejores personas. Daniel, Julián y el maestro Javier y Oscar y Herminia están en forma y yo pienso en todos ellos con agradecimiento total porque entregan generosamente su energía y su esfuerzo para que yo brille en la escena. Tengo suerte.
Es de noche. El cielo está estrellado y las chicharras se unen al eco de la misteriosa, lejana, serena belleza. Pero ¿qué sería de la belleza si nuestros ojos no estuvieran ahí para contemplarla? Nada. Una pobre belleza huérfana, mucho menos que una perla en un arroyo. ¿Qué sería de estas palabras y estos peregrinos pensamientos si tú no estuviera ahí para leerlos y escucharlos? Nada.
¿Para qué tanta belleza, sabiduría y ciencia si no pueden calmarnos el dolor y la sed aunque sea sólo un instante? Me sobra todo, si eso es así. Pero yo esta noche estoy feliz. Espero que tú también lo estés. El verano viene con el tiempo, y con un soplo ligero del tiempo, las nubes de nuevo se lo llevan.
Mis pensamientos se dilatan en esta infinita noche y mis amados duermen. El cielo está estrellado… tal vez una noche así le hizo decir al gran Pablo Neruda: «Podría escribir los versos más tristes esta noche…» Pero yo prefiero decir con Leonardo que me voy a dormir «perche si fredda la minesstra». Leonardo da Vinci anotaba todo en sus cuadernos. Un día, cuando era ya viejo, hallándose enfrascado en sus observaciones, le llamaron para cenar. Lo dejó todo al instante. Un gesto de libertad, sencillez y renuncia inteligente del genio. Pero no se olvidó de anotar en su cuaderno después de varios sutiles pensamientos: …»y ahora me voy porque se enfría la cena». Llegó el momento de dejarlo. ¡Qué ternura! Somos muy poquita cosa pero quizá por eso somos tan grandes.
En fin, creo que todo esto no es más que «El sueño de una noche de verano». Y ahora me voy a dormir perché si fredda la minestra.
Buenas noches.
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