Dice el psicólogo Carl J. Jung que el lenguaje simbólico forma parte de la naturaleza psíquica de los seres humanos. Es algo que va con nuestra constitución integral, como el ADN.
Desde los más primitivos ancestros nos expresamos por medio de símbolos, entendemos los símbolos -aunque a veces sea sólo de manera inconsciente- y lo que es más importante, creamos símbolos en nuestra mente, como algo natural, así como nuestro organismo genera sustancias que nos ayudan a vivir y a digerir la vida. Esa es la función real de la poesía y de los sueños: no sólo expresar sino ‘crear’ también la vida. Todos tenemos sueños. Puedes ser un pastor analfabeto o un eximio catedrático, da igual. Los hombres, las mujeres, los niños, la naturaleza toda y el mundo entero sueñan sus sueños.
De acuerdo que si posees el conocimiento puedes entender mejor tus sueños. Pero el conocimiento no es siempre la sabiduría. Producto de una extraña y misteriosa sabiduría es el sueño que es símbolo, creación autónoma del espíritu, del pastor o del letrado, qué más da, el espíritu en todo hombre es ‘artista’ y es salvaje: quiero decir libre…
San Juan de la Cruz es la combinación armoniosa de una cultura exquisita, refinada sensibilidad y el espíritu libre de un «Pastor» que se abre paso en el mundo como un rayo de luz entre tinieblas.
He visto a San Juan como un patio donde los ángeles labran sus sueños jugando con Juanito que es un niño. El niño cae en un pozo y contempla en la oscuridad la pequeña burbuja de su ser flotando en Dios que es la Madre. Eso es lo que yo he visto. Mi sueño. Los que hacemos teatro y tenemos que vivir del teatro debemos dirigirnos al centro del espectador que es un niño (Pedrito, Juanito, Pablito), un lugar donde el Pastor y el imponente erudito, el ama de casa y el taxista pueden ser uno y lo mismo.
En una palabra: Buscamos el consenso metafísico. ¡joder qué gente somos y qué poco se nos aprecia!
Venga, juguemos ahora con San Juan que es Juanito, un sufí del Islam, que con los persas y los árabes vino al occidente y por algún lado lo mamó San Juan. Yoga de la India milenaria: amor, aliento, esencia, le han dicho muchas cosas…!qué más da! La danza cósmica del Poder Omnipresente se expresa en todas las lenguas. ¡Pues vamos a bailar!
Oigo ya el violín del gran maestro Alejano. Vengan todos a gozar. Será la música el eterno verbo de un niño que es poeta: el divino S. Juan.
No se lo pierdan señores:
¡Un fraile Carmelita!
Pasen y vean amigos:
¡es un fraile que levita!
Vengan todos a gozar.
NOTA: Había allí dos que oyendo esto le dice el uno al otro:
– ¡Y que siendo un pobre fraile descalzo tenga que pagar el 21% de IVA!
Así nos va….no, ¡si es que las cabezas no están buenas!
Otra réplica:
– ¡Silencio, coño, que la función empiece ya…!
Se apagan todas las luces. Oscura noche en la escena. Ahora con una luz como el alba…La función empiece ya, ¡que guste!
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