Unos instantes después de salir al escenario, «El Brujo» dijo que sentía vértigo. Podría haber sido el vértigo ante el teatro lleno, el vértigo del estreno, los nervios de siempre. Pero no era ése, lo entendí después, el vértigo que sentía. Era el vértigo ante la hoja en blanco. Porque «El Brujo» se sube a las tablas en “Cómico” únicamente con su habilidad y su bagaje. Y enfrente ya de los espectadores, va dándole forma y fondo a su monólogo.
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